Mario Camus, historiador

Gracias a Mario Camus, tanto las series y películas que realizó como los guiones que firmó para otros, cualquier alumno, estudiante o aficionado a la historia contemporánea española dispone de un archivo visual inigualable que recorre, desde “Los desastres de la guerra” hasta “La Rusa”, los siglos XIX y XX de nuestro país.

Soñé durante muchos años con llegar a hacer un documental que no hice.

Trato de recordar ahora cómo fue que surgió aquel sueño. Me imagino que en parte fue fruto de la lectura adolescente de los Episodios Nacionales, así, de un tirón, gracias a una concatenación afortunada a lo largo de los años; desde la semilla plantada por Elisa Vallina -mi profesora de Sociales en el cole- hasta el hecho de que se publicaran en lujosos fascículos coleccionables “de venta en el kiosko”, y, sobre todo gracias -sí, gracias- a un accidente que me tuvo postrado en cama durante un par de semanas durante las que cayeron las dos primeras series.

La primera serie de los Episodios está plagada de asedios ciudadanos; Zaragoza, Gerona, Cádiz… y, de alguna manera, quizás también Madrid. El año pasado, cuando comenzaron a confinarnos en las ciudades, cuando reeditamos el asedio de los “fanfarrones”, ahora invisible, pandémico, se conmemoraba precisamente el centenario de la muerte de Galdós. Justo antes del encierro, en un viaje relámpago de ida y vuelta en un día, y a bordo de un tren desierto, me acerqué a Santander, a visitar a Mario Camus.

Al surgir el tema del año Galdós le pregunté cómo era posible que la televisión española no hubiera nunca producido una serie sobre los Episodios galdosianos. Me respondió que algo se intentó; en tiempos de “la Miró” el proyecto estuvo sobre la mesa. Por lo visto se había planteado como un proyecto ambicioso, que implicaba a diferentes realizadores, pero que -quizás por esa misma ambición- nunca había llegado a materializarse.

En todo caso, ese documental que yo soñaba con hacer algún día, era el que me había llevado a Santander, a ver a Camus, pero no versaba sobre Galdós ni sobre los Episodios, ni sobre literatura. Tampoco sobre cine, al menos no desde una perspectiva cinéfila, sino sobre la historia contemporánea de España. Sobre una manera de contarla que, estando a la vista de todos, parecía haber pasado desapercibida. Lo que me ocupaba el pensamiento a saltos, pero desde hacía ya veinte años, era contar la historia de un historiador excepcional en todo el sentido de la palabra, el propio Mario Camus. A nadie se le escapa su talento como gran director de cine, como reconocido guionista y adaptador de algunas de nuestras mejores novelas, incluso novelas que costaba imaginar traducidas en película o serie televisiva. Sin embargo, pensaba, apenas se había puesto en relieve que la obra visual de Camus recorría de punta a cabo nuestros últimos doscientos años. En pocas entrevistas, si acaso – en realidad, en ninguna que yo hubiera visto o leído- se resaltaba ese aspecto de la filmografía de Mario Camus.

Más aún, el propio Mario parecía haber pasado por alto esa cuestión hasta que no se la planteé por primera vez, hacía ya años, en su casa de Ruiloba, cuando comenzaba a pergeñarse esta idea, esta hipótesis del documental que, cuanto más tiempo pasaba, más me pesaba no echar a rodar.

Literatura e historia, a veces coetáneas, como en el caso de Galdós o Cela, a veces rememorada, como en el caso de La ciudad de los prodigios o La Rusa. Camus había ido fundiendo la historia sabida, la de los libros con mayúsculas, y la intrahistoria, la de las vidas de la gente minúscula, haciendo que la menor de ellas fuera el vehículo para que pudiéramos acercarnos a la mayor, eliminando las distancias temporales y construyendo así, el vínculo que nos enhebra a todos. 

Gracias a Mario Camus, tanto las series y películas que realizó como los guiones que firmó para otros, cualquier alumno, estudiante o aficionado a la historia contemporánea española dispone de un archivo visual inigualable que recorre, desde “Los desastres de la guerra” hasta “La Rusa”, los siglos XIX y XX de nuestro país, como se puede comprobar solo con echar un vistazo al esquema que ilustra estas líneas.

Historia Contemporánea de España en la filmografía de Mario Camus

“Los derechos de todas los tiene Cerezo”, me dijo. “Habla con él, porque si él no los cede, no tiene sentido que hagamos nada”. Tenía razón. claro. Si algo conocía bien Mario era su medio, y no solo en la parte técnica o artística, sino en los entresijos de la producción, de quien tuviera o no la llave para que un proyecto arrancara o se hiciera realidad. A los tres días se decretó el estado de alarma. Nunca pensé que aquella tarde, cuando nos despedimos, fuera la última que le vería.

Lo cuento ahora porque sigo creyendo que hay una historia escondida entre los distintos episodios del Camus historiador. Porque él -al igual que hiciera John Ford, con quien tanto comparte- contribuyó a convertir la Guerra de la Independencia en nuestro western de bandoleros; y a reconstruir el avispero de la postguerra en la tertulia del Gijón, de la que él mismo formaría parte algunos años más tarde; y a descubrirnos la crueldad cotidiana de la incombustible España de los caciques; en definitiva, a revelar fotograma a fotograma el imaginario de dos siglos que, sin su mirada, nos costaría mucho más llegar a reconocer.

Publicado originalmente en LinkedIn el 12.10.2021

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